XXXIV. En el fondo el discurso absolutamente centrado en la seguridad contra el terrorismo es un discurso a la medida de los nuevos emperadores: cuanto más haya que invertir en seguridad menos quedará para invertir en seguridad... social. Gran paradoja del mundo actual: asegurar el derecho a la vida de los occidentales es la mejor coartada para dejar todos sus otros derechos a la intemperie.
XXXV. La lucha histórica entre conservadores y socialdemócratas ya se ha resuelto, gane quien gane las elecciones: todos los políticos se han vestido de policía. Al final, el terrorismo islámico ha sido el mejor aliado de las políticas de la derecha. La crisis económica es tan sólo la carcajada de los que vienen liquidando derechos de los trabajadores desde hace treinta años.
XXXVI. Es difícil encontrar una voz que se alce pidiendo remedios para la explotación de la mujer en el mundo del trabajo: despidos por embarazos, trabajos sin contratos, humillaciones por sueldos de risa. La norma sigue siendo no molestar a los empresarios. Pero, como de alguna manera hay que parecer “progresista”, se armará (con perdón) la de Dios es Cristo si unas modelos se dedican a recoger pelotas en un torneo de tenis. Se ve que hay que tragar con que despidan a una chica por pedir el mismo sueldo que cobran sus compañeros o por quedarse embarazada, pero no se puede consentir que otras chicas recojan pelotitas amarillas a cambio de un sueldo que seguramente es más decente que el del noventa por ciento de las mujeres de su edad. Cosas del feminismo de tres al cuarto.
XXXV. La lucha histórica entre conservadores y socialdemócratas ya se ha resuelto, gane quien gane las elecciones: todos los políticos se han vestido de policía. Al final, el terrorismo islámico ha sido el mejor aliado de las políticas de la derecha. La crisis económica es tan sólo la carcajada de los que vienen liquidando derechos de los trabajadores desde hace treinta años.
XXXVI. Es difícil encontrar una voz que se alce pidiendo remedios para la explotación de la mujer en el mundo del trabajo: despidos por embarazos, trabajos sin contratos, humillaciones por sueldos de risa. La norma sigue siendo no molestar a los empresarios. Pero, como de alguna manera hay que parecer “progresista”, se armará (con perdón) la de Dios es Cristo si unas modelos se dedican a recoger pelotas en un torneo de tenis. Se ve que hay que tragar con que despidan a una chica por pedir el mismo sueldo que cobran sus compañeros o por quedarse embarazada, pero no se puede consentir que otras chicas recojan pelotitas amarillas a cambio de un sueldo que seguramente es más decente que el del noventa por ciento de las mujeres de su edad. Cosas del feminismo de tres al cuarto.
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