La penúltima broma es la de Montilla, que ha dicho que la desafección de Cataluña hacia España será definitiva por la cosa de los trenes de cercanías. Y se preguntan el pescador de Barbate y la tendera de Teruel qué culpa tienen ellos del caos que sufren los currantes catalanes, que están pagando el pato de las obras del AVE para los pudientes. Me parece a mí que Montilla –y los otros redentores catalanes– se huelen que los ciudadanos se van a limpiar el culo con las papeletas en lugar de llevarlas a las urnas. Y por eso siguen la regla de oro del incapaz: ten siempre a mano un enemigo al que echarle la culpa de los males que cause tu inutilidad.
El problema de los políticos es que viven en las nubes, que están sin recalificar, y no se enteran de lo que pasa en la calle, recalificada a precio de oro. Por eso se sorprenden cuando la gente coge el mosqueo que se ve por Barcelona. Claro, los políticos andaban felices en sus realidades nacionales y sus estatutos y los trabajadores van y se enfadan porque tardan más en llegar al trabajo que en acertar el gordo de la Primitiva. Los políticos catalanes han dedicado muchos años a mejorar la salud nacional de Cataluña en lugar de mejorar la vida de los catalanes: creían que yendo bien Cataluña irían bien los catalanes. Y cuando los ciudadanos se cabrean porque van regular y a pie, los políticos le echan la culpa a España, que es un socavón que está muy bien para que los nacionalistas y los tiranos sudamericanos entierren las siete plagas causadas por su ineptitud. Cuando su ineficacia mete a los políticos nacionalistas en un atolladero, tienden la muleta de España para que embista el toro del enfado, como hacen Chávez y sus admiradores. Saben que mientras los catalanes o los vascos o los venezolanos se crean eso de la maldad de España, ellos tienen el sueldo asegurado.
España –Cataluña incluida– no ha dejado de ir bien desde que lo anunciara Aznar. Peor andan los españoles, que hacen suyo el cabreo de los trabajadores de Barcelona. Para frenar el enfado el Ministro Caldera promete un salario mínimo de 800 euros… ¡en 2011! Caldera ya sabe que a Rajoy la medida le parece mala para la economía –que le importa más que la gente– pero a ver a quién le echa la culpa del precio del pan o los huevos, que no están esperando a 2011 y suben ya tan rápido como el sueldo de los diputados y el cabreo de los ciudadanos. Si tiene dudas que llame a Montilla o a Chávez, pero no a Acebes, que ese ya le ha echado la culpa a Zapatero, aunque el calzado ha subido menos que el pan.
Cuando fue nombrado Primer Ministro, Winston Churchill dijo que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece. Lo que no especificó es cuánto tiene un pueblo que soportar a sus gobernantes para expiar las faltas que haya podido cometer. O cuándo empieza a merecerse unos mejores gobernantes. Sí está claro que los españoles ya nos hemos merecido demasiado a estos políticos: va siendo hora de coger unos gobernantes de la estantería de los no merecidos.
El problema de los políticos es que viven en las nubes, que están sin recalificar, y no se enteran de lo que pasa en la calle, recalificada a precio de oro. Por eso se sorprenden cuando la gente coge el mosqueo que se ve por Barcelona. Claro, los políticos andaban felices en sus realidades nacionales y sus estatutos y los trabajadores van y se enfadan porque tardan más en llegar al trabajo que en acertar el gordo de la Primitiva. Los políticos catalanes han dedicado muchos años a mejorar la salud nacional de Cataluña en lugar de mejorar la vida de los catalanes: creían que yendo bien Cataluña irían bien los catalanes. Y cuando los ciudadanos se cabrean porque van regular y a pie, los políticos le echan la culpa a España, que es un socavón que está muy bien para que los nacionalistas y los tiranos sudamericanos entierren las siete plagas causadas por su ineptitud. Cuando su ineficacia mete a los políticos nacionalistas en un atolladero, tienden la muleta de España para que embista el toro del enfado, como hacen Chávez y sus admiradores. Saben que mientras los catalanes o los vascos o los venezolanos se crean eso de la maldad de España, ellos tienen el sueldo asegurado.
España –Cataluña incluida– no ha dejado de ir bien desde que lo anunciara Aznar. Peor andan los españoles, que hacen suyo el cabreo de los trabajadores de Barcelona. Para frenar el enfado el Ministro Caldera promete un salario mínimo de 800 euros… ¡en 2011! Caldera ya sabe que a Rajoy la medida le parece mala para la economía –que le importa más que la gente– pero a ver a quién le echa la culpa del precio del pan o los huevos, que no están esperando a 2011 y suben ya tan rápido como el sueldo de los diputados y el cabreo de los ciudadanos. Si tiene dudas que llame a Montilla o a Chávez, pero no a Acebes, que ese ya le ha echado la culpa a Zapatero, aunque el calzado ha subido menos que el pan.
Cuando fue nombrado Primer Ministro, Winston Churchill dijo que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece. Lo que no especificó es cuánto tiene un pueblo que soportar a sus gobernantes para expiar las faltas que haya podido cometer. O cuándo empieza a merecerse unos mejores gobernantes. Sí está claro que los españoles ya nos hemos merecido demasiado a estos políticos: va siendo hora de coger unos gobernantes de la estantería de los no merecidos.
(Publicado en Diario IDEAL el 15 de noviembre de 2007)
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