Echándole de nuevo un ojo al artículo de Javier Marías en el dominical de El País (deberían ser de lectura obligatoria estos artículos de Marías), encontramos este párrafo magnífico que nos pasó desapercibido el domingo mientras leíamos la revista en una taberna de Sevilla:
"Uno se pregunta con qué cuajo los dirigentes políticos que se reclaman católicos mienten un día y otro a sabiendas, no ya de que está "mal" hacerlo, sino de que se lo prohíbe la religión que profesan y a la que a menudo defienden con esas mismas falacias. O con qué aplomo hay "paladines de la democracia" que miran con complacencia dictaduras viejas como la de Cuba o pre-dictaduras nuevas como la de Venezuela. O "izquierdistas" que justifican la esclavitud a la que están sometidas gran parte de las mujeres islámicas aduciendo que se trata tan sólo de "civilizaciones distintas" y que hay que respetar el "multiculturalismo". O cómo tantas personas que se tienen por "rectas" apoyan a mentirosos notorios y sin escrúpulos como Bush y Cheney y sus adláteres europeos, y sostienen que Guantánamo es un balneario. O cómo todavía hay decenas de millares de vascos que siguen viendo a ETA como a una organización de gente sacrificada y mártir a la que no le ha quedado más remedio que extorsionar, amedrentar, secuestrar, asesinar a periodistas, concejales de pueblo, trabajadores inmigrantes y meros transeúntes, todos "opresores" de la tierra más próspera y privilegiada de España. Pese a todo el acostumbramiento, y al escaldamiento, hay días ingenuos o tontos en los que todo resulta extraño."
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