martes, 19 de octubre de 2010

UNA OCASIÓN ESPECIAL



 Hay ocasiones de las que sólo puede escribirse cuando han pasado algunos días, los suficientes para verlas y asumir su riqueza con la suficiente perspectiva. Una de esas ocasiones fue, a nivel personal, el haber podido compartir con Antonio Muñoz Molina un café y una cena, el pasado viernes. Y es que Antonio es una de esas personas en las que la inmensa sabiduría y una cultura –cultura artística, cultura musical, cultura política, cultura cívica– enciclopédica conviven con el trato afable, cariñoso, con la cercanía. A todo ello ayuda su gesto adusto, su hablar pausado y tranquilo, sin estridencias, sin gritos pese a que hay miles de motivos para sentirse enfadados y estafados.



Por la tarde, en la Plaza de Andalucía –esa que él mismo ha señalado, con toda justicia, que fue destrozada por “alcaldes atroces”–, Ramón y yo estuvimos hablando sobre lo complicado de la situación actual, la falta de cultura del esfuerzo y el desprecio por la educación en España, lo vergonzoso de nuestra casta política en general, su falta de nivel y de preparación y de vergüenza. Luego, ya por la noche, y después de la multitudinaria presentación del libro de Elvira Lindo, pudimos cenar tranquilamente en La Estación, acompañados por parte de la familia de Muñoz Molina y por unos cuantos buenos amigos. Ese lugar íntimo que es La Estación, el excelente servicio y el ingenio del Ché, la extraordinaria cena, tan medida y cuidada, la conversación chispeante de Elvira, tan cuajada de anécdotas y tan capaz de hacer sonreír, la charla pausada, en voz baja, casi confidencial con Antonio, su particular sentido del humor, todo ello convirtió el encuentro en una cita que muchos de los que estábamos allí no podremos olvidar.



Por eso, por lo especial del momento, he necesitado estos días para rumiar las vivencias y las sensaciones, y para tener algo que decir, aunque sean tan sólo estas tonterías. Que son las de alguien que ha visto cumplido aquel sueño de adolescente, el de conocer y poder hablar sobre las cosas que le gustan con uno de los escritores que fundaron su pasión por los libros. ¿Será que a veces los sueños también se cumplen?

2 comentarios:

E. Santa Bárbara dijo...

Ayer hablaba yo, con mis compañeros de trabajo, de la ausencia de la cultura del esfuerzo.
La madre de un alumno me dijo que no le mandase deberes a su hijo, que su hijo no tenía ni que leer, ni que estudiar en casa, que los niños lo que tenían que hacer era estar en la calle relacionándose con otros niños y que lo que tuviese que aprender que lo aprendiese en la escuela, que ella no podía estar pendiente, por las tardes, de "cosas que eran del colegio". Son ideas ideas que cada vez calan más fuerte en la sociedad. Son muchos los padres que creeen que somos los docentes los únicos responsables de la educación.
A mí no me preocupaban ni una madre ni un niño, a quienes dentro de uno o dos años no volveré a ver más. Lo que verdaderamente me angustiaba era comprobar el tipo de sociedad que "estamos criando" y el futuro que le espera al país.
Saludos.

Manuel Madrid Delgado dijo...

El otro día, hablando con Muñoz Molina, nos decía a Ramón y a mí que el gran problema de este país es un problema cultural: simplemente la cultura del esfuerzo, del trabajo bien hecho, de la responsabilidad, no cotiza en España. Y eso lo contagia todo. Hoy hemos visto, para certificarlo, que desde el mismo corazón del poder se potencia todo lo contrario: el servilismo, el arribismo... El caso de Leire Pajín, flamante Ministra del Gobierno de España, lanza un mensaje demoledor a nuestros hijos y a sus padres: ¿cómo podemos decirle a los españoles que es bueno prepararse, esforzarse, formarse, amar el trabajo bien hecho, ser responsables, cuando comprueban que se puede llegar a ser Ministra sin haber trabajado nunca, con el mínimo esfuerzo y el mínimo conocimiento? Claro que el problema es un problema cultural, y es el propio poder el que nos empuja hacia esa cultura del arribismo. Supongo que la próxima vez que le mandes deberes al hijo de esa madre, lo sensato sería que la madre te enseñase el carnet que le ha hecho a su hijo en algún partido, porque eso es hoy una garantía de vivir bien y de ascender socialmente. Y la educación no.
Saludos.