sábado, 8 de agosto de 2009

ESTOY EN EL CAMPAMENTO




Hoy, no puede ser de otra manera, tengo el corazón en La Barrosa: allí hay cientos de ubetenses, allí están mis amigos, allí están –¿o están aquí haciéndome pasar un mal rato?– mis recuerdos. Hoy se celebra en el Campamento en el que he sido tan feliz tantas veces, en el Campamento que me permitió conocer a mi mujer, que me regaló a mis amigos, que me hizo más hombre y, creo, mejor persona, en ese Campamento que tan dentro de mi llevo, hoy se celebra –digo– el acto oficial del cincuenta aniversario. ¡Cincuenta años de campamentos! ¡Cincuenta años desde que El Viejo se llevará, en el verano de 1959, a un grupo de chavales a Burgos!

Aunque no pueda estar allí, mi corazón ya esta vagando por entre las tiendas y los pinos, y esta tarde, a partir de las siete y media, estoy seguro de que podré oír las canciones de la misa, los discursos, las lágrimas contenidas, sé que podré ver la sonrisa de El Viejo y de Manolo. Hoy, qué queréis, estoy feliz aunque no esté –aunque no esté mi cuerpo: mi alma no puede estar hoy en otro sitio– en el Campamento, ese lugar en el que aprendí de la mano de Antonio Gutiérrez y de Manolo Molina que las cosas importantes son las que están detrás de la piel y en el que pude coger el cielo con las manos. Hoy, esta canción de Fito, me sirve, no sé por qué, para expresar todo lo que el Campamento de El Viejo le ha regalado a mi vida.

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