viernes, 7 de agosto de 2009

CUMPLEAÑOS ETARRA



Creo que el héroe es un peligro público cuando para asentar su condición necesita de terceros, que suelen ser los condenados a morir para mayor honra y gloria del sujeto heroico. Porque está el héroe que entrega su vida, generosa y limpiamente –limpias las manos de sangre y el corazón de odio–, a una causa noble o que perece en un incendio intentado salvar a un niño. Pero está también el héroe a lo etarra, esto es: el héroe que para serlo necesita que a su alrededor se levanten los clamores de la sangre y el llanto, el héroe que se cree que lo es porque pone coches bombas debajo de las camas donde duermen niños con el deseo de contabilizar muchos ataúdes blancos. La valentía moral –condición básica de la heroicidad– es patrimonio de los corazones generosos, y precisamente por eso durante los cincuenta años de existencia de ETA no es posible contar entre sus filas ni un solo héroe: no pueden serlo lo que hacen de la cobardía un instrumento de acción política y un modo de vida.

¿Héroes?, ¿los de la bomba de Hipercor?, ¿los asesinos de los niños de Zaragoza o Vic? ¿Valientes?, ¿los del zulo y la diana?, ¿los que maniataron a Miguel Ángel Blanco antes de descerrajarle tres tiros en la cabeza y se fueron dejándolo agonizante? No, no lo son ahora ni lo han sido en cincuenta años y hoy que son una mera pandilla de criminales a sueldo, sin ideología leninista o nacional-racista que los sustente, no podrán serlo nunca. Aunque todavía haya nacionalistas vascos que los “comprendan”, aunque haya clérigos vascos que los amparen con ese amparo que la Iglesia vasca tantas veces ha negado a las viudas y los hijos de los asesinados, aunque haya historiadores que justifiquen su paranoia criminal cuando ya no hay dictadores que los torturen ni pelotones de fusilamiento. Porque frente a las proezas de los terroristas ahora mismo sólo sigue habiendo una loable ingeniería jurídica que está sirviendo para desmantelar sus redes de apoyo, unas leyes penales que los mandan una temporada –en realidad breve– a la cárcel y un país harto, cansado, y tanto más harto y cansado cuanto más repugnantes son las acciones de ETA, cuanto menos comprensibles son sus argumentos irracionales.

Los asesinos andan celebrando su cincuenta cumpleaños, están buscando por el mapa de España su regalo: algunos niños a los que asesinar, unos guardias civiles jóvenes volados por los aires, una cosecha de lágrimas. Seguramente todavía habrá degenerados morales que en el País Vasco y en Navarra sigan colgando pancartas de apoyo a los presos, a sus familias viles, tarados sin humanidad que viajan a las cárceles para comprobar que entre las uñas de los etarras sigue reseca la sangre de tantos cientos de asesinados. ETA está de cumpleaños: soplemos todos en las tartas de su vela y pidamos – yo hace tiempo que me sacudí de encima esa actitud hipócrita de considerar que cualquier muerte es algo terrible– que se nos conceda el deseo de ver cómo les explotan en sus rostros sucios las bombas que preparan.

(Publicado en Diario IDEAL el 6 de agosto de 2009)

No hay comentarios: