Supongo que el verano reúne todas las condiciones para que se desaten los miedos o las pasiones, para que los crímenes copen las portadas de los periódicos. Hace unos días, nos llegaba la noticia de que José Antonio Zamora había matado a tres personas en Cuevas de Almanzora, en Almería. Hoy, me topo en EL PAÍS con un reportaje brutal sobre el calvario que esta persona tuvo que pasar antes de cometer ese crimen: “Solo quería quedar en paz y acabar con los protagonistas de su larga pesadilla.”
“Su larga pesadilla”: José Antonio Zamora era un currante que trataba de sobrevivir a la crisis, estaba casado y tenía una niña; en 2008, los asesinados y su familia le robaron material de obra y cuando los denunció ante la Guardia Civil no dejaron de amenazarlo, de robarle en su casa y propiciar encontronazos con él para amedrentarlo; cuatro días antes del crimen le dieron una paliza en una gasolinera y unas horas antes, volvieron a apalearlo brutalmente y le dijeron que si no retiraba las denuncias previas irían a por su mujer y a por su hija. Esas son las circunstancias en las que se produce el crimen, ya cada cual puede dictar su veredicto.
Lo que ocurre es que antes hay que saber quiénes son los que realmente tienen que ser juzgados. Si algún día, por uno de esos lamentables espectáculos a que nos tiene acostumbrados la “justicia” española, José Antonio Zamora es declarado culpable y encarcelado por estas muertes, está claro que previamente tendrán que haberse sentado en el banquillo desde luego toda esa escoria que hace del matonismo su forma de vida y que cuenta con la complicidad de la ley y de las autoridades, desde luego las fuerzas de orden público y los jueces que no supieron garantizar la seguridad y los derechos básicos de este ciudadano y de su familia y que ahora han dado lugar a que esos familiares hayan tenido que abandonar el pueblo para no ser víctimas de las iras y las amenazas que abiertamente, impunemente una vez más, han proferido los matones mientras enterraban a sus cómplices.
Lo sé, sé que es fácil recurrir al adjetivo de “racista” cuando se leen estas cosas, pero en realidad quienes lo hacen se ponen una venda en los ojos y lo que hacen es brindar excusas y oportunidades a quienes lo que quieren es imponer una ley de la selva que machaque la ley democrática. No creo que José Antonio Zamora fuera racista, ni creo que el miedo que ha tenido que soportar durante años y la certeza de que su mujer y su hija podrían ser víctimas de los criminales que le hicieron la vida imposible no nos hubiera empujado a cualquiera de nosotros a cometer una barbaridad. No justifico su acto, que es injustificable, pero entiendo las razones de su alma aterrorizada. No soy racista, pero tengo claro que por cobardía a ser tachado como tal no se pueden seguir escondiendo los problemas que para la convivencia pacífica, cívica, plantean determinados colectivos, determinadas minorías étnicas que se han aprendido muy bien la manera de calificar como racistas a quienes cuestionan su modo de vida basado en sangrar los servicios sociales, imponer una política del miedo e implantar la ley del embudo.
Desde luego el caso de Cuevas de Almanzora tiene que hacernos reflexionar a todos, pero sobre todo a quienes tienen responsabilidades políticas, policiales y judiciales a cualquier nivel: cuando la democracia, acogotada por lo políticamente correcto, consiente la violación continuada de los derechos de los ciudadanos y da por bueno por el hacer de los matones, la democracia falla como sistema. Cuando la ley no protege a los decentes, es la ley la que los adentra en la norma de la selva. Cuando la ley le exige a los ciudadanos decentes un plus de heroísmo y un tener que soportar amenazas incluso contra sus hijos o sus esposas, la ley es un cadáver que no sostiene valores de ningún tipo. En Úbeda también hemos visto como un clan de matones impone sus ley e impunemente, a los ojos de todos, le roba sus pagas a los niños, ocupa casas, amenaza negocios y familias y lo hace sabiendo que la ley y la autoridad existen pero poco y que quienes alcen la voz contra sus desmanes serán acusados de racistas.
Lo decía con otras palabras en mi última entrada: los responsables directos del auge de la extrema derecha son las autoridades públicas que empujan a los ciudadanos al remolino del miedo: el miedo a perder el trabajo o la casa, el miedo a no poder pagar la luz, el miedo a los emigrantes, el miedo a que alguien pueda golpearte y amenazar a tu familia durante años sin que le ocurra nada. Si la democracia deja a miles de ciudadanos a la intemperie, y José Antonio Zamora lo estaba en mitad de la tormenta, no podemos extrañarnos luego de que cada vez más personas se refugien bajo el paraguas de los nuevos fascismos.
Más allá de tanta palabra, lo único que quería era ponerme en la piel de una persona normal que de pronto ve como toda su vida y la vida de las personas que más quiere se rompe y se desgarra, salta a las páginas de los periódicos y es puesta en venta por los matones que rompieron su tranquilidad, sus sueños, sus esperanzas, sus temores. Pienso en mi hijo y en mi mujer y sé que en el fondo de cada uno de nosotros anida un atisbo de piedad y de compasión para con el calvario de José Antonio Zamora. Ojalá que el Defensor del Pueblo, tan raudo en solidarizarse con las familias de los muertos por Zamora, hubiera pedido antes protección para quienes tienen que soportar y padecer los efectos del matonismo, porque tal vez así se hubieran podido evitar estas muertes y el exilio forzado, el terror de la familia de Zamora.
6 comentarios:
por casualidad he llegado a este blog en el que se dice mucha verdad...
faltaria añadir una cosa,y es que en la ultima pelea,la que ocasiono la muerte de estas 3 personas,jose antonio perdio su nariz! si,como suena!!
el primer chico al que disparo,le pego un mordisco en la nariz,y se la arranco de cuajo!! solamente tiene el tabique nasal...
soy familia de jose antonio,y el sabe que todos estamos con el.
gracias por dedicar una entrada de tu blog a este tema.
un saludo
Esta misma reflexión me hice, al conocer la noticia. Totalmente de acuerdo. No estoy por la violencia, pero la paciencia tiene un límite.
Yo tambien he llegado a este blog por casualidad.. conozco a Jose Antonio y a su mujer, y yo en su lugar hubiera hecho lo mismo, de no ser así quien sabe si los muertos hoy serian ellos, ojalá todo esto pase y pueda volver pronto con su familia.
Comparto la reflexión sobre el tema tratado por Manolo y el comentario de Eugenio.
Y es que debemos desechar ese "miedo" a llamar a las cosas por su nombre sin la preocupación, a veces obsesiva, de ser tratados de "retros", racistas o xenófobos. Con valentía y realismo.
Y a mi juicio, quizás por la práctica de muchos años de mi profesión, todo casi se reduce a EDUCACIÓN, FORMACIÓN y PREPARACIÓN intelectual, cultural y religiosa de las personas desde su más tierna infancia hasta... ¡siempre!, ya que estamos aprendiendo y formándonos hasta unos momentos antes de morir.
¡Que cada cada palo aguante su vela en este tema!: familias, políticos, educadores, pastores,....
Un saludo.
Pero ¿qué puedes pensar cuando ves a la policia que interviene en altercados de "familias" que van tapados con pasamontañas para que no se les renocozca? ¿Que defensa puede esperar un padre de familia de las autoridades, que son las primeras en "tener miedo"? Los ciudadanos se dan cuenta, por desgracia, que la justicia ya no es justa, ni los jueces dictaminan con rectitud...
El probema en este pais es qe la gente de a pie normal y corriente se encuentra sola ante la ley.numca se puede hacer naa mientras no te maten .o te lleven a un hospital y entonces acude la prensa y ya todo el mundo se preocipa de qe ha pasao y ebtonces ponen los medios .pero como siempre ya es tatde.a eso estamos acostumbradis los españoles por desgracia.mi apoyo a la famikia zamora qe denuncio pidio ayuda a las fuerzas de seguridad y nadie lo defendio.no lr qedo otra opcion o el y su famikia o los acosadores.
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