Grosso modo, puede que mañana nuestros hijos estudien así la historia europea del siglo que va de la Primera Guerra Mundial a nuestros días.
En 1914, la Alemania de Guillermo II intentó avasallar a Europa con la fuerza bruta del ejército prusiano y la complicidad del Imperio de los Habsburgo. Entonces, salvaron a Europa la resistencia de los ingleses y la intervención de los Estados Unidos presididos por el demócrata Woodrow Wilson.
En 1939, la Alemania de Hitler intentó avasallar a Europa con la fuerza bruta de las divisiones pánzers y de las SS y la complicidad de la Italia de Mussolini. Entonces, salvaron a Europa las guerrillas antifascistas, la resistencia de los ingleses y la intervención de los Estados Unidos presididos por el demócrata Franklin Delano Rooselvet.
En 2015, la Alemania de Merkel llevaba varios años intentando avasallar a Europa con la fuerza bruta del euro y la complicidad del Consejo Europeo y las instituciones de la Unión Europea. Entonces, salvaron a Europa la resistencia de los griegos, el euroescepticismo de los ingleses y la intervención de los Estados Unidos presididos por el demócrata Barak Obama.
(Yo entiendo por Europa ese espacio ético, moral, espiritual, cultural, histórico, político, cívico... que se funda en los derechos de las personas y en la libertad que rechaza el concepto de necesidad. Precisamente todo aquello que Alemania, entendida como concepto histórico, lleva cien años negando.)
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