viernes, 20 de agosto de 2010

UN PICO PARA LA ESTEBAN




Abundan –sobreabundan, más bien– los programas televisivos destinados a que gentuzas variopintas nos cuenten sus vidas y se dediquen a intentar destrozar las vidas de los otros, para divertimento nacional. De hecho hay alguna cadena que destina más de la mitad de su programación a este tipo de programas, en horas punta y sin importar que a esas horas, y sobre todo en vacaciones, los niños puedan estar viendo semejantes cosas. Por allí desfilan princesas del pueblo sin más mérito en la vida que haberse ventilado al torero de moda y vivir de moquear lástimas, exconcursantes televisivos que se envenenarán si se muerden la lengua, ricas que exhiben sin pudor sus lujos ante las pantallas contempladas por familias desoladas por el drama del paro, hermanos calvos que son malos malos y que cuyo mayor favor hacia todos sería suicidarse en los Mares del Sur, periodistas (hombres) monárquicos que mendigan un minuto de gloria a cambio de patentar sandeces y periodistas (mujeres) progres y pelonas que chillan como marranos al ser degollados para que sus imbecilidades se oigan más que las del vecino, presentadores amanerados y adinerados que van de víctimas y discriminados pero que son más peligrosos que un islamista cargado de dinamita... y así, toda una corte de los milagros –o de los infiernos– compuesta por una lista infinita, interminable, de personas que viven sin trabajar, chupando miserias, gritando, insultando.

Reconozco que todos estos parásitos sociales me producen un asco moral no pequeño: me da miedo pensar que nuestros niños y nuestros jóvenes encuentren en ellos –en su éxito fácil, en sus extraordinarios sueldos por tan cómodo quehacer, en su vida regalada sin ningún sacrificio ni esfuerzo– un ejemplo a seguir y entiendan que no es necesario estudiar, formarse, prepararse para «vivir bien» porque todos estos viven de puta madre sin haber dado, nunca, palo al agua. Me da miedo pensar que cale en nuestros jóvenes la idea de que echar un polvo con un «famoso» para convertirse asimismo en famoso y vivir sin trabajar, no es prostituirse. Pero más allá de este asco, lo que esta legión de gandules me produce es sorpresa: hay miles de familias españolas que lo están pasando realmente mal, y sin embargo nadie protesta porque todos esos famosillos de medio pelo vivan sin aportar nada al país y postulándose como ejemplos a seguir, chupando esfuerzos colectivos. Me produce escalofríos pensar que, por ejemplo, pueda haber mujeres que piensen que la tal Belén Esteban –odioso paradigma de los vagos y maleantes– es ejemplo de madre coraje o de mujer del pueblo. Es sintomático que toda esta basura sea digerida sin provocar vómitos. Si todos estos programas funcionan en la televisión y si todos estos parásitos son asumidos sin protestas, y si son admirados, es, simplemente, porque en España sólo causan admiración las celestinas y los pícaros, los que sin trabajar comen y viven a todo tren: los listos, a los que todos quisiéramos parecernos. El gusto por el trabajo bien hecho, el esfuerzo y la disciplina, la formación, la discreción y el respeto, son valores inexistentes para la sociedad española: lo que prima es quitarse las bragas o los calzoncillos y refocilarse con el jesulín o la marujita de turno y... ¡a vivir la vida!

Mi abuelo decía que España sólo podría mejorar el día que a los gandules (y a las gandulas) se les diese un pico y se les obligase a dejar llano Despeñaperros. No sería mala receta para los gandules de la tele, ¿verdad? Pues... ¡un pico para la Esteban!

(Publicado en IDEAL el 19 de agosto de 2010)

4 comentarios:

E. Santa Bárbara dijo...

Es el país que tenemos. Existen esos programas porque hay demanda, porque tienen su numeroso público. Es vergonzoso que a los jóvenes se les estén transmitiendo esos "valores". Mientras esa mierda tenga aceptación, éste será un país de mierda.

AdP dijo...

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Se llega a un punto en el que no se sabe si estos circos existen porque hay demanda o que hay demanda porque existen. Un proceso de retroalimentación.

Saludos.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Eugenio. A mí también me gusta cada vez menos este país. El artículo del jueves va por esa línea. Esta gentuza de estos programas me remueven las tripas: son lo más parecido a los carroñeros, a las hienas, a los buitres, pero carecen de la grandeza de estos animales, que limpian la naturaleza de cadáveres. Estos, al contrario, lo que hacen es revolcarse en la podredumbre, vivir de ella pero no para limpiarla sino para hacerla crecer. Supongo que esto alguna vez estallará y se le pondrá coto, aunque tampoco tengo muchas esperanzas en esto.
Mira uno estos programas, y lee un artículo, ayer, sobre la maternidad en Noruega y otro hoy sobre la influencia de las religiones en la economía (donde estarían el modelo nórdico o socialdemócrata, el modelo renano o demócratacristiano, el modelo anglosajón o liberal y el modelo mediterráneo o católico) y descubre la inmensa diferencia que nos separa del mundo civilizado. Cada vez estoy más convencido de que el libro que mejor capta el alma y la esencia de España es "Luces de Bohemia".

AdP. Yo creo que en este caso antes fue el huevo: la gente siempre ha tenido interés por lo que le sucedía a "los famosos". El cotilleo es tan antiguo como la humanidad. Lo que ocurre es que no es lo mismo cuando nuestras abuelas se interesaban por la vida de un torero o de una actriz o de una princesa que el hecho de que nuestras hijas se interesen por la vida de los concursantes de Gran Hermano o de la dichosa Belén Esteban, que carecen de ningún "mérito" personal. Este camino demuestra la trayectoria de perversión que en los valores ha seguido nuestra sociedad: ahora somos más ricos, tenemos más cosas que antes, pero nuestra brújula moral está profundamente estropeada. Sólo así se puede explicar el éxito espantoso de todos estos tipos.

Un saludo a los dos.

Jose Ruiz Quesada dijo...

Enhorabuena amigo Manolo, un artículo valiente..., menuda banda de parásitos, la Belén , el Kiko, etc...

Estamos inundados de programas porquería y mientras el paro aumenta junto a las drogas y delincuencia.., así va este otrora paraíso español...

Un abrazo José