La feria le gusta, es verdad, pero... pero la feria tiene un pego: le falta el salchipirri de las procesiones y el trajineo de los santos para arriba y para abajo. Para él, la feria perfecta sería una en la que además del ferial y el teatro y todas esas cosas imprescindibles para que una feria sea feria, la feria perfecta sería una feria con sus penitentes y sus bandas de tambores y trompetas dando vueltas, en plan trenecito, del ferial al Hospital de Santiago y viceversa. Pedro piensa en esa pasarela del ferial atravesada por un palio en plan paso puente de Triana, y se le pone de gallina hasta la piel de las tripas. Pero claro, como eso no es posible, pues él se ha hecho su propia feria, y el 29 de septiembre madruga como si fuese Viernes Santo para irse a esperar la procesión de San Miguel en la puerta de los frailes, y luego va atajando, corriendo aunque las calles están vacías, para ver la procesión diez o doce veces. Cuando ya ha conseguido que los pies le duelan como si fuese Jueves Santo se marcha al ferial, soñando con que un día habrá un «tren de la mantilla», un «penitente loco» o dos costaleros pisando vinos en los puestos de rigor, que servirán roscos de Jesús en lugar de barquillos... Como la lechera del cuento, llega Pedro al ferial con sus fantasías, cargado con los artilugios cofrades que en su opinión mejoran sustancialmente la vida de las casetas de las cofradías, y antes de entrar en cada una de ellas se cala el capirucho de cartón, de los de toda la vida, le da dieciocho vueltas de campana al incensario —en plan Alfonso delante de la Columna— y tararea a voz en grito la marcha de la cofradía de que se trate; luego, antes de hacer cola en la taquilla y si para entonces no lo ha echado algún directivo, se dirige a la foto de los titulares que no suele faltar en esas casetas y enciende una docena de velas, que ensimismado ve consumirse mientras piensa en lo que bien que quedaría la representación de «Maranatha» dentro de la Muestra de Teatro de Otoño y se toma la manzanilla que se le derrama en la chaqueta cuando algún gracioso llega por detrás y a voces le dice eso de «¡¡¡toooos por igual!!!».
(IDEAL, 29 de septiembre de 2011)
3 comentarios:
Muy ocurrente y divertida esta entrada. Estoy convencido de que serían muchos los "Beatos" que secundaran a Pedro en esta quimérica empresa. Saludos.
Si esta entrada, amigo Manolo, es una anécdota o reflexión sobre la vida y costumbres del tal Pedro (que deseo solo exista en tu imaginación), manifiesto mi respeto y consideración a Pedro, aunque no comparto sus anhelos y costumbres y no lo calificaría de “beato”. Me parece por tanto que te excedes en enjuiciarle.
Pero si tu entrada es uno más de tus artículos, donde expresas sinceramente aquello que piensas y sientes, lamento decirte que para mí, este ha sido uno –de los pocos artículos tuyos- que no me ha gustado para nada.
Cuando hablas en son de crítica –como casi todos tus artículos- lo haces muy acertadamente, pero éste, ¡joé! Para mí que la has cag… perdóname!!
El que hayas hablado tan bien de la feria, no te da pie a hablar tan ligeramente de la S.S. y menos aún del pensar, sentir y actuar de un semanasantero, porque para semanasantero… ¡tu el primero!, jejeje…
No sé qué te ha pasado, pero parece que esta última entrada la haces bajo los efectos consecuentes de una noche alegre de la feria que tan magistralmente has preparado, jejeje…
Espero, conociéndote como te conozco, una buena “reprimenda” o la exclusión a/y para este comentario, pero apelando a tu benevolencia y a la amistad que nos une, te ruego no te lo tomes a mal, primero porque no existe por mi parte acritud alguna y segundo porque ¡¡Estamos en feria!! Jejeje…
Un abrazo
P.D. A lo mejor soy yo quien está un poco pasado en la ingesta de manzanilla.
A mí me parece acertada y que tomas el tema iguel que en el resto de la retaila de los personajillos de feria, con un poco de sátira. A disfrutar de lo poco que queda de feria.
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