Por Joan Maragall, Salvador
Espriú, Jaime Gil de Biedma, Josep Fontana, Joan Miró, Antoni Gaudí y Salvador
Dalí, Ana María Matute, Josep María Castellet, Zenobia Camprubí, por los Goytisolo, Martín de Riquer, Vicens Vives, Mercé Rodoreda, Ramón Casas, Pau Casals, Tete
Montoliú, Isaac Albéniz, Josep Carreras, Monteserrat Caballé, El Último de la
Fila, Loquillo, Jordi Évole, Mingote, Josep Pla, Lluis Llach, Albert Boadella,
Els Comediants, La Trinca, La Fura del Baus, Tricicle, Manuel Vázquez Montalbán
y por Joan Manuel Serrat.
Por todo lo que el movimiento
obrero catalán supuso para la mejora de los derechos de los trabajadores
españoles. Y porque allí encontraron trabajo y hogar los andaluces y los
extremeños que huían, hambrientos y humillados y vencidos, de los señoritos de
los pueblos en los años 50 y 60. Y por la relevancia de sus movimientos cívicos
y sociales en la lucha contra el franquismo.
Y por las Olimpiadas del 92 y por
la Sagrada Familia y por los libros y las rosas de cada 23 de abril.
Y por el pan con tomate, el cava
y la longaniza.
Y porque Don Quijote fue
derrotado en las playas de Barcelona y porque por la frontera catalana abandonó
España, ligero de equipaje, Antonio Machado, rodeado por miles de vencidos.
Y por esos mil nombres, esas mil
razones, esos mil sentimientos, esos mil sufrimientos y esas mil alegrías que
hemos vivido juntos.
Por eso quiero que Cataluña no se
vaya. Por eso quiero que Cataluña siga siendo parte de la España en la que
creo: porque una parte muy importante de mi manera de sentirme español se la
debo a Cataluña. No porque lo diga la Constitución, no porque tengamos sobrada
fuerza bruta para imponer la ley: yo no quiero que se queden por narices y a la
fuerza y hasta que nos separemos a fuerza de matarnos.
Porque no quiero enfrentar
razones muertas, y en muchos casos inventadas, de hace diez siglos, sino
exponer razones vivas y sentimientos poderosos que nos unen, no de las patrias
imaginadas sino del país en el que vivimos ahora, con las mismas angustias y las mismas desazones y los mismos atentados contra el futuro de nuestros hijos.
Yo no quiero vencer a Cataluña:
yo quiero convencer a Cataluña.
Pero es que yo, simplemente, quiero a Cataluña. Y cuando se quiere no se impone, que es cerrar el puño para golpear: cuando se quiere, simplemente se propone, que es tender la mano para que el otro la coja y poder caminar juntos.