El Gobierno de la Nación ha anunciado, vía BOE, su intención
de proceder a la demolición del edificio de la antigua Cárcel Modelo del
Partido Judicial de Úbeda. en 108.000 euros se ha valorado la operación de
destrucción de este edificio de la década de 1920 que permitirá al Estado
contar con un vasto solar destinado a la especulación urbanística. Algo menos
de dieciocho millones de pesetas para poner fin a uno de los edificios más
significativos de la historia de Úbeda durante el siglo XX.
La vieja Cárcel de Úbeda se construyó en 1927 en una amplia
avenida arbolada situada por encima del arrabal de San Nicolás, entre la
Torrenueva y la Venta Juanillo. Era una zona “de expansión” en la que, por
detrás de la cárcel, se situaban las “casas baratas” de trabajadores humildes y
en la que, hasta finales de los años 80, se conservaron espléndidas casas del
primer tercio del siglo XX, construidas por la mediana burguesía ubetense y
definidas por la mezcla de ladrillo y paramentos de color blanco. El único
edificio que se conserva de todos aquellos que se construyeron antes de la
Segunda República, es este edificio neomudéjar de la Cárcel Modelo de Úbeda,
uno de los más notables ejemplos de la arquitectura historicista de la
provincia de Jaén que, curiosamente y pese a su relevancia artística e
histórica, no está declarado como Bien de Interés Cultural por la Junta de
Andalucía, catalogación ésta que habría permitido evitar la destrucción del
edificio.
Ahora se pretende inscribir el edificio en el catálogo de lugares
de la memoria democrática de Andalucía, que es una relación de los espacios y
lugares relacionados con la represión franquista: cárceles, campos de
concentración e internamiento y tortura, paredones en los que se fusilaba. Por
la propia lógica de la represión, debieron ser lugares sometidos a la
jurisdicción militar extraordinaria que llevó a cabo las tareas de eliminación
de los derrotados. Sin embargo, la evidencia histórica apunta a un papel
secundario de la Cárcel Modelo en la brutal represión que Úbeda padeció tras la
entrada en la ciudad de las tropas comandadas por el coronel Saturnino González
y el comandante Enrique Velázquez (ambos nombrados hijos adoptivos de Úbeda. Según
se desprende del Padrón Municipal de Habitantes de diciembre de 1939, los
centros de reclusión de presos políticos fueron el palacio de Josefa Manuel o
Casa del Jodeño, para los hombres, y los solares del Buen Pastor (actual Calle
Alonso de Molina) para las presas; era en estos centros donde se hacinaban
cientos de personas donde se ejercía la jurisdicción militar, era en ellos
donde se torturaba para obtener confesiones y desde allí (hasta los primeros
meses de 1940, en que todos los presos son trasladados a Jaén) los presos partían
primero al Salón de Plenos del Ayuntamiento para ser sometidos a juicios de
guerra sumarísimos y, ya condenados, a la tapia del cementerio para ser
fusilados. La Cárcel Modelo del Partido debió seguir sometida a la jurisdicción
penal ordinaria y como tal, en la misma tuvo que ser muy poco frecuente la
reclusión de represaliados políticos.
Y sin embargo, la Cárcel Modelo del Partido Judicial de Úbeda
es un edificio completamente imprescindible para entender la Guerra Civil en Úbeda.
Porque no puede olvidarse que en ella, la triste madrugada del jueves 30 al viernes
31 de julio las turbas revolucionarias asesinaron brutalmente a casi cincuenta
personas indefensas. Ese crimen espantoso fue determinante en otros
acontecimientos de la Guerra en la provincia de Jaén: tras él, las autoridades
republicanas, sabedoras de que no podían garantizar la seguridad de los presos
en los pueblos de la provincia, ordenan su traslado a la capital, donde son
recluidos en la Catedral. Y cuando consideran que incluso ahí les resulta difícil
salvaguardar las vidas de los presos políticos, ordenarán su traslado a Madrid
en unos trenes conocidos como “trenes de la muerte”, que son asaltados por las
turbas a la entrada de Madrid y que se saldan con el asesinato de cientos de
jiennenses.
La antigua Cárcel de Úbeda adquiere esa noche terrible de
julio de 1936 su valor como lugar para la memoria de lo que nunca más debe
repetirse. E incluso si se quiere salvar el edificio como lugar de la memoria
democrática tendrá que hacerse, incómodamente, mirando entre el espesor de
aquella noche entrelazada de gritos, miedo y sangre. No sólo ya porque en
aquellas horas fueron pasados por las armas varios concejales de la CEDA del
Ayuntamiento de Úbeda, a los que al actual sectarismo histórico les niega ningún
reconocimiento democrático. Y sin duda no pueden ser considerados como “demócratas”
aquellos que tenían en sus aspiraciones el ideal de la eterna España católica y
militarista, pero como tampoco pueden serlo los anarquistas o quienes fueron a
la guerra no para defender a la “República democrática de trabajadores de toda
clase” sino a la revolución según la Unión Soviética de Stalin. Pero no se
trata de sopesar ahora cuánto respeto se merecen unos muertos y cuánto los
otros. Se trata ahora de reivindicar la salvación de la Antigua Cárcel de Úbeda
como edificio singular y como lugar de la memoria democrática. Y no porque allí
hubiese presos políticos tras la victoria de 1939 sino porque allí, la noche de
la saca de julio del 36 fueron asesinados por los milicianos revolucionarios el
concejal republicano Juan Cuadra Catena y el socialista Baltasar López Ruiz.
De todas las memorias democráticas de Úbeda, verdaderamente
democráticas, la memoria de Baltasar López Ruiz es la más incómoda y por ello
la más necesaria y la más clarificadora. Baltasar López era un hombre recto, un
demócrata convencido, una persona honesta odiada y encarcelada tras el 18 de
julio por sus propios compañeros del PSOE con Blas Duarte a la cabeza, arrebatados
ya por el mesianismo de la revolución. Baltasar López había sido Alcalde de Úbeda
durante la mayor parte de los años republicanos: se había batido luchando por
los derechos de los humildes y, derrochando respeto, se había ganado el respeto
de sus adversarios políticos. Era socialista y republicano, un Alcalde
convencido de las virtudes democráticas del régimen político de la Segunda República.
Fue asesinado en la Cárcel Modelo del Partido Judicial de Úbeda. No en 1939 por
los fascistas victoriosos sino en 1936 por los revolucionarios arrebatados.
Tal vez sólo por esta memoria incómoda, libérrima, del Alcalde Baltasar López Ruiz, por esta memoria que pone contra las cuerdas
todos los sectarismos que actualmente nos asaetean, merecería le pena conservar
un edificio cuyo derrumbe en aras de la especulación será un crimen de lesa
historia que la sociedad ubetense no debería perdonar.