viernes, 30 de octubre de 2009

HERIDO DAIMIEL




El otoño político sigue deshojando las desvergüenzas y latrocinios de los unos y las incapacidades y frivolidades de los otros. Mientras, la sabia y dolida naturaleza manda un quejido terrible desde el antiguo humedal de las Tablas de Daimiel, herido de muerte: el subsuelo de aquella tierra mágica que hasta hace cincuenta años era posible cruzar en barcas, está ardiendo de puro reseco y pura tristeza. Una combustión lenta, terrible, casi imparable si no se inunda rápidamente la tierra que han secado la ambición de los agricultores –“mucha sangre de Caín tiene la gente labriega”, que diría don Antonio Machado–, la nefasta política de subvenciones agrícolas que sólo ha servido para enriquecer a unos pocos y para empobrecer y aniquilar paisajes y ecosistemas milenarios, y la absoluta inutilidad de una casta política incapaz de defender y proteger algo que no nos pertenecía y que no teníamos derecho a dilapidar ni destruir. Y sin embargo lo hemos hecho: lenta, despaciosamente, acaparando en el proceso de destrucción de ese espacio natural esfuerzos y leyes vanas, pomposas declaraciones, miles de millones de pesetas... toda una retahíla de imbecilidades y despilfarros que no ha dado resultado –aunque sí habrá dado beneficios para algunos– porque los últimos informes dicen que el daño causado a las Tablas es ya irreparable, irreversible: hace muy pocos años todavía podía haberse salvado, pero el agua bendita que tenía que haber anegado aquellas lagunas –que antaño fueron brillantes y limpias– se destinaba a los regadíos avarientos y a los campos de golf murcianos.

El final de los humedales manchegos comenzó, como tantas destrucciones del patrimonio cultural y natural español, durante la dictadura de Franco. Después la democracia no ha hecho más que abundar esa política de desprecio por el patrimonio común, que pertenece a los que un día lo cuidaron y mimaron, a los que hoy lo destruimos y a nuestros hijos y nietos, que ya no podrán disfrutarlo o contemplarlo. Es difícil no suscribir la tesis de los misántropos cuando dicen que el hombre se ha convertido en el cáncer del planeta, pero es imposible no estar de acuerdo con los que afirman que el mayor problema de España son los españoles. No hay pueblo que se dedique con más ahínco a destruir sus bienes y su patrimonio, sus paisajes, sus herencias, sus convivencias.

Arden las Tablas de Daimiel, como si todo el universo se hubiera ya cansado de la avaricia sin fin de esta especie estúpida. Como si por las bocanas de la tierra manchega y ajada escupiesen sus humos moribundos todos los ecosistemas destruidos, como si hasta la naturaleza fuese ya incapaz de mostrar su ferocidad y esas fumatas lentas manifestasen un cansancio ilimitado del planeta. Los filósofos de todos los tiempos han intentado definir al hombre: “un animal que ríe”, “un animal que llora”, “un animal político”, “un animal económico”... En realidad el hombre es un animal que destruye y que se destruye, gratuitamente, ciegamente, con la furia del idiota avariento.

(Publicado en Diario IDEAL el día 29 de octubre de 2009)

jueves, 29 de octubre de 2009

EDUCACIÓN: ¡¡¡CUERPO A TIERRA!!!




Juro que yo tenía al Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, por un hombre cabal. Hasta hoy, hasta hace cinco minutos, en que acabo de oírlo decir que se va a estudiar ampliar la enseñanza obligatoria hasta los 18 años. O sea, que en lugar de hacer lo sensato, que es reducir la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 14 años (y volver a implantar un bachillerato de cuatro) o como mucho hasta los 15 (con un bachillerato de 3), los lumbreras de este país han pensado que lo mejor es subirle otros dos añitos. De nota, este país es de nota: de prosperar el invento, este delirio, dentro de poco veremos en los patios de los institutos a los críos de 12 años (el que decidió que los niños de 12 años dejaran los colegios y se fueran a los institutos debería estar encarcelado) intimidados y acobardados por hombres de 17 que están en el centro obligados, sin querer estar ni estudiar, dedicándose a molestar, a matonear y a chulear.

Resulta que una menor de 16 años puede abortar si así le viene en gana, pero no puede decidir si quiere seguir estudiando o no porque el Ministerio va a tomar esa decisión por ella. Resulta objetivo que los repetidores de 15 y 16 años mezclados con niños de 13 años no hacen más que impedir que en el aula se pueda aprender, resulta que los centros educativos son un caos y que todos los informes PISA y el sentido común nos dicen que con esta educación no vamos a ninguna parte... y al Ministro sólo se le ocurre esto, con la intención, claro, de rebajar las listas del paro: si hasta los 18 están en la escuela, aborregados y encabronados, no pueden ir a apuntarse a las listas del INEM. ¡Y esto lo ha pensado un hombre que parecía sensato! Miedo da pensar lo que puede pasar si el Ministerio es ocupado por alguien como Zerolo, Pajín, la Aído, la Botella o Luis Herrero. O lo que va a ocurrir cuando la norma, si prospera, llegue a ese melonar sin amo que son las consejerías de educación de las autonomías. Estoy convencido de que en la más progre de las autonomías habrá algún lumbreras que proponga que la educación obligatoria se amplíe hasta los 80 años: así no sólo disminuyen las listas del paro, es que con esta medida, además, se ahorra en pensiones que es un gusto.

Nos estamos jugando nuestro futuro como sociedad. Nos lo jugamos en la educación. Los políticos se dedican a parchear en este tema y en casi todos, a decir boberías y a implantar bombas de relojería que van estallando pausadamente. ¿Hasta cuando podrá soportar el sistema educativo español tanto desprecio, tanta estupidez, tanta mentira? ¿No hay nadie en este país a quién realmente le interese crear un sistema educativo serio, potente, eficaz? No, se ve que no: en cualquier caso los políticos que piensan estas cosas tienen garantizado que los colegios de elite a los que sus hijos van se escapan a tanta destrucción masiva. Y no vale decir que en los “países de nuestro entorno” la educación obligatoria llega a los 18, porque en “los países de nuestro entorno” los sueldos son decentes, la educación se la toman en serio, se apoya la investigación y las universidades... A ver si de una vez miramos a “nuestro entorno” para algo bueno, para algo sensato.

El país –España digo– está al borde de la emergencia. Desgarrado de corruptelas, mentiras y estupideces. Urge un plante ciudadano, masivo, cabreado. O decimos que hasta aquí hemos llegado o llegarán hasta el punto de laminar cualquier posibilidad de un mañana digno para nuestros hijos. ¡Panda de estúpidos...! Pobres españoles...

PD. Pinchen el enlace de la noticia en elpais.es. Y no se pierdan los comentarios de los lectores: se supone que los que somos lectores de El País somos gentes más o menos de izquierdas. Bueno, pues hasta esta gente está en contra de esta desfachatez, lo que nos da un hilo de esperanza: en España, la gente sigue siendo mejor que sus políticos.

miércoles, 28 de octubre de 2009

VÓMITOS




El vicealcalde de Madrid dice que lo que Esperanza Aguirre (cuidado: la bestia anda suelta) está haciendo con Rato causa vómito. Pepiño Blanco dice que lo que hace el PP de Madrid causa vómito en los ciudadanos. Y yo creo que muchos ciudadanos pensamos que lo que causa vómito es lo que hacen y dicen todos los políticos de todos los colores. (Iba a escribir “todos los políticos de todas las ideas”, pero creo que los políticos no tienen ideas, sólo ambición de poder.) Porque lo que causa vómito, lo que da bascas de angustia, es contemplar como con lo que está cayendo y con las miles de familias que están al borde del precipicio, la casta política (no se me viene a la cabeza ahora mismo ninguna excepción) se esté dedicando a hacer lo único que no podían permitirse en este momento: el ridículo, que da lugar a una política vacía de contenido, falta de imaginación y ambición, sorda y ciega ante el clamor de desencanto que sube de la calle y ensimismada en la masturbación inmoral del poder por el poder.

Por desgracia en política hacer el ridículo es gratis. Pero el verdadero cambio político sólo puede venir de la mano de la penalización del ridículo.

martes, 27 de octubre de 2009

SEXO DURO





¿No falla, eh? (Pone FALLA, mal pensados). Leemos sexo duro y allá que vamos disparados a ver con qué culo o qué tetas nos topamos. Y algunos habrán pensado: "ya era hora de que en este Camino hubiera algo interesante y picante, y no tanta reflexión tonta." Pues os habéis equivocado: ocurre que quería escribir sobre Ágora, de Amenábar, que fui a verla el pasado jueves con María Luisa, pero no tengo ganas de ponerme a pensar. Y ocurre que quería escribir sobre la estupidez esa de Jalogüen, pero tampoco tengo ganas. Así que he puesto este lo de sexo duro, entre otras cosas para ver cuánta gente entra hoy al blog con ese reclamo. Estoy seguro de que será fácil batir algún record. Ya digo: la sociedad de consumo, tan egoísta, tan despreocupada por los otros, ha convertido el sexo en una obsesión, en un epicentro del egocentrismo, tanto, que nos volvemos locos en cuanto presentimos unas bragas descolgándose por los muslos o cosas así. ¡Obsesos! Ea, a conformarse con Marge Simpson, que es un dibujo animado y que encima se acuesta con Homer.

sábado, 24 de octubre de 2009

EL PRIMER DERROTADO


El jueves por la tarde, mientras paseábamos a Manuel, vimos al primero. En el Pasaje de la Victoria, envuelto en una manta, tendido sobre el suelo. Sólo, seguramente aburrido, posiblemente hambriento. Sucio. Queda más de un mes para que empiece la aceituna y es posible que en la aceituna no haya trabajo para tantos, puede que para ninguno, porque el paro que todo lo devora empuja a los habitantes de esta tierra ingrata a volver a los tajos aceituneros, que durante los años de bonanza despreciaron. Es el primero que duerme en la calle, pero dentro de muy pocas semanas serán muchos. Y su situación será más desesperada que nunca: nada, nadie, podrá paliar la infinita tristeza que deben sentir cuando tras jugarse la vida para cruzar la mar sobre tablas no encuentran trabajo ni pueden mandar dinero a sus familias. Duermen en la calle, envueltos en mantas viejas para intentar burlar el frío del otoño y del invierno, son objeto de burla... y son la imagen viva de todas las desesperanzas de un mundo sin futuro. Al verlos en ese abandono de derrotados de la historia siento que algo comienza, un año más, a partirse en mi interior.

viernes, 23 de octubre de 2009

EL ROSTRO DE ANA





Los lunes tienen siempre una cara gris y sucia, como de mundo resfriado y con ojeras que avanza entre nubes de fiebre por los caminos embarrados del mundo. Y sin embargo, hay lunes que se levantan con la cara rota y ensangrentada y sin dientes, lunes amoratados como el rostro de Ana, que hace cuatro días presidía las portadas de todos los periódicos de la provincia. El día antes su novio la había torturado y tal vez habría acabado con su vida si no hubiera podido acabar. Ana es la última víctima conocida del terrorismo machista en tierras de Jaén, y su cara como de muñeca machacada provocó en muchos de nosotros un torcido gesto de compasión y un asco por pertenecer a esta especie devastadora, que es la humana.

El martirio padecido por Ana a manos de su novio pone otra vez sobre el urgente tapete de la actualidad el caso de tantas mujeres maltratadas por sus maridos o sus compañeros. Y demuestra la escasa eficacia de una norma pretenciosa y en ocasiones realmente injusta, por cuanto vulnera la presunción de inocencia y pone la carga de la prueba en los hombros del denunciado. En cualquier caso, decía, la ley es ineficaz para frenar suplicios como el padecido por Ana o por tantas otras mujeres simplemente porque se pierde en los vericuetos estériles del buenrrollismo y de lo políticamente correcto, porque carece de valor para atacar el núcleo esencial en el que se sustenta el hecho de que un hombre maltrate en el cuerpo y en el alma a una mujer. La ley, al referirse a “violencia de género” –en una construcción lingüística aberrante en la lengua española pero vivamente recomendada por las femilistas– escamotea el núcleo duro de la violencia padecida por las mujeres. Porque la ley debería dirigirse no contra palabros etéreos sino contra el terrorismo machista: si un hombre cree que puede golpear o matar a una mujer, o humillarla y anularla, es simplemente porque ideológicamente está convencido de que es superior a ella, de que es su dueño, su amo, su señor. Lo mismo que un terrorista vasco pone bombas creyendo que así lucha por su patria o un fanático del Islam masacra a decenas de inocentes en ofrenda sangrienta a su dios, un maltratador actúa desde la atalaya de ideas del machismo y el patriarcado. Luego mientras la ley no denuncie esto, mientras los crímenes machistas no se vean agravados por el componente ideológico, mientras no se considere un delito la apología del machismo como lo es la negación del Holocausto o la exaltación de ETA, está por andar casi todo el camino en la liberación de las mujeres maltratadas.

Por muchas buenas palabras que despachen las ministras de la cosa, por muchos minutos de silencio que se guarden, por muchos días con lazos blancos que se cuelguen en la monotonía del almanaque, mientras no se rompa el velo que ampara una ideología tan criminal como el machismo, mientras no se aísle a quienes amparan esa supremacía moral del macho, seguirá habiendo lunes que irrumpan con sangres y con lágrimas de mujeres rotas, como Ana, que ha sido esta semana el rostro de nuestro tiempo sin esperanza.

(Publicado en Diario IDEAL el día 22 de octubre de 2009)

viernes, 16 de octubre de 2009

CANSADOS DEL MIEDO





La pasada Feria de San Miguel puso la guinda del pastel: la banda de étnicos (y por lo tanto marginados e incomprendidos, pobrecitos míos) que se ha apoderado de las calles de Úbeda, sembrando el miedo y haciendo que resplandezcan por su ausencia escandalosa el Estado de Derecho y el imperio de la ley, se dedicó a intimidar, atracar y asaltar a los menores que se cruzaban en su camino y que no son protegidos –los decentes no– por ninguna ley del menor. Sus fechorías no acaban ahí, y a su palmarés hay que sumar los puntos de sutura que luce la barbilla de un ciudadano decente o la paliza que se llevó su hijo por defenderlo. La única solución parece ser no salir a la calle, porque la calle ya no nos pertenece a los ubetenses. Pero he ahí que un grupo de padres hartos de esta situación –más algún talibán consciente de que a río revuelto ganancia de pescadores– se han unido para crear una plataforma que diga basta ya.

Úbeda ha sido siempre una ciudad tranquila. Y ya no lo es. Y no lo es porque faltan redaños para que las autoridades –¿dónde está el Subdelegado del Gobierno, matarile-rile-rile?– tomen cartas en el asunto y practiquen una política de acoso y derribo contra esta gente, actuando en el margen mismo de la ley para hacerles la vida imposible. Es urgente –urgentísimo– convocar una reunión de todos los que hasta ahora han hecho la vista gorda ante la grave situación que vive Úbeda: Ayuntamiento, Subdelegación del Gobierno, policía, Guardia Civil... y jueces, que tienen que apoyar sin titubeos –que no se la cojan más con papel de fumar, que recuerden de dónde salen sus sueldos– las medidas de ingeniería jurídica y acoso policial destinadas a acabar con la amenaza que esta gente supone. Y no vale la presunción de inocencia: la aparcaron –porque saben que son muy peligrosos, lo saben a ciencia cierta– cuando la gran redada de comienzos del verano. Claro, que entonces no se trataba de proteger a los ciudadanos sino de evitar problemas en el juicio en el que algunos serían juzgados por asesinato: supongo que en ese momento ni la Audiencia Provincial ni la Subdelegación del Gobierno se acordaron de la presunción de inocencia ni de la ofensiva Ley del Menor ni de nada parecido. Entonces se trataba de garantizar su seguridad y de ahorrarse problemas, y ya sabemos que los derechos de los criminales sólo salen a relucir cuando chocan con los del sufrido ciudadano.

Alberto Román lo ha dicho en este periódico con meridiana claridad: en Úbeda hay MIEDO. Miedo a caminar a ciertas horas por las calles, incluso por las calles más céntricas y concurridas. Miedo a dejar que los hijos salgan a darse un paseo. Miedo a cruzarse con estos sujetos. Y cuando la ciudadanía tiene miedo el Estado de Derecho ha fracasado estrepitosamente: si el derecho del Estado no sirven para defender la vida, la seguridad y la libertad de los ciudadanos el derecho no sirve para nada y nos aboca al derecho de la selva o la II Enmienda de la Constitución estadounidense. En Úbeda, mucho me temo, estamos muy cerca de esa situación.

(Publicado en diario IDEAL el día 15 de octubre de 2009)

viernes, 9 de octubre de 2009

LA IMAGEN DEL PUEBLO




Cada vez que escucho decir que Belén Esteba es la imagen del pueblo (español, supongo) un escalofrío me recorre el espinazo. No es que yo tenga mucha confianza en esta sociedad, pero me niego a pensar que el conjunto de los españoles –que otra cosa no es el pueblo español sino el conjunto de los que habitamos este país– seamos tan ordinarios, soeces y tarados como esta tipa, cuyo único mérito conocido en la vida –al menos por ahora– es haberse ayuntado con el torero que coleccionaba bragas y haber tenido una criatura de resultas del taurino revolcón. Y ya no ha hecho nada más en la vida, absolutamente nada más, que ir a cada programa de televisión en el que le han pagado para contar sus desamores ubriqueños, sus amores camareros, lo malo que es el padre de su hija y lo mal que se portó en la comunión de la belenita, lo malísima que es la mujer del padre de su hija y toda su familia... Y todo ello con un dominio del lenguaje y de las formas y con una educación que pasman: ¿esa es la imagen de España?, ¿con este personaje que encabeza en lugar destacadísimo las listas de vagos –lo digo porque vive sin trabajar: decir sandeces en programas inmundos en compañía de una legión de seres amorales no es trabajar– se identifica la sociedad española?, ¿éste es el personaje que se ha merecido una encuesta en un periódico que va de serio?, ¿de este personaje gritan grupos de marujas, supongo que aburridas, que España está con ella?... ¿Pero qué España? Porque yo me siento parte de España y ni estoy con ella ni me identifico con ella y me niego a que me engloben en su bando o me identifiquen con semejante engendro.

Somos un país enfermo, mucho: se constata cada vez que encendemos la televisión en pleno horario en que los niños pueden verla. Aquí todo es una imitación de la dignidad y de la decencia, aquí la política es un reflejo pálido de la seriedad democrática, aquí no hay nada que no sea burdo y sectario. Este verano, el Presidente del Gobierno se ha dedicado a ver la televisión y se sorprendía de la basura que en la misma se emite: le ha faltado valor para tramitar una ley que impida que esa mierda se emita antes de las doce de la noche. Y, desde luego, le ha faltado coraje para comprobar que esa misma basura es la que corrompe el ámbito de la política. ¿El Presidente no tiene ojos para ver el circo institucional montado alrededor de la designación de la chica Pajín como senadora? ¿Y la desvergüenza entorno a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán, que sea cuál sea ya no puede ser tomada en serio porque está trufada de partidismo y de intereses y carente de respeto a la Constitución?

Creo que fue el sabio Churchill el que dijo que cada pueblo tiene los políticos que se merece. Viendo a Belén Esteban y a los grupos que la corean cuando se pone en duda su dudosa moralidad, viendo las corruptelas masivas del PP y la improvisación y el optimismo suicida de ZP, creo que los españoles no tenemos todavía los políticos que nos merecemos. Los peores, sin duda, están por llegar.

(Publicado en Diario IDEAL el día 8 de octubre de 2009)

lunes, 5 de octubre de 2009

Personajes de Feria. EL QUE CIERRA LA FERIA





Llegó a la Feria entes de que el Alcalde le diese al botón de las luces y no se irá hasta que esta noche suene el trueno gordo. En medio, se ha montado en todos los carruseles y el de los ponis tuvo que echarlo a patadas cuando intentó montarse en el más chico, ha probado los platos del día de todas las casetas, les ha ayudado a barrer a los de la caseta de la Buena Muerte cada madrugada con una escoba que robó en el Tren de la Bruja, no ha dejado un barquillo vivo en los puestos de los chatos, ha intentado ligar con todo ser viviente que llevase faldas y el marido de la rubia vestida de gitana le dio un bofetón cuando le derramó una cerveza en el escote, quiso colarse en la comida de los viejos y le han tocado dos salchichones, un queso de cabra y tres peluches en las tómbolas y bingos, ha comprado turrones y garrapiñadas suficientes como para empachar al Loro, tiene la camisa llena de lamparones de pringue de chorizo y un chupón en el cuello que ahora no recuerda quién se lo hizo, en los bolsillos lleva tickets de tres o cuatro casetas, atascó una máquina de puñetazos metiendo fichas de los coches de choque que confundió con monedas de dos euros, ha comido churros religiosamente y cree que alguna patata asada también, ha bailado sevillanas y rumbas con el lucero del alba, lleva colgado a modo de llavero el hueso de un jamón, no es capaz de discernir si lo que tiene en el vientre es un estómago o un plástico arrugado y sin son tripas o tubos de desagüe eso que lleva tres o cuatro días sonando extrañamente como un disco rallado de Camela, diez o doce veces empezó a contar las bombillas del Ferial para ver si es verdad que hay doscientas mil (como dice el Concejal de Fiestas), en un par de ocasiones ha intentado dormir la siesta en una de las falsas tiendas del Campamento que los de la Sentencia han montado en su caseta, tiene rozaduras en los pies y un chichón en la frente y hace un rato se ha encontrado con el único policía municipal que hay en el Ferial y le ha pedido un plano de Úbeda, porque la Feria se acaba y él tiene que volver a su casa y no se acuerda donde vive. Antes de marcharse está buscando el botón con el que el Alcalde encendió las luces, para apagar la portada, en la que sus padres han colgado un cartel ofreciendo una recompensa a quien lo encuentre.

(Publicado en Diario IDEAL el día 4 de octubre de 2009)

domingo, 4 de octubre de 2009

Personajes de Feria. EL MÚSICO





“¡¡¡Múuuuuuuuuuuuuuuusica perrones!!!”. He ahí el invariable grito que cada tarde de toros se puede escuchar en el Coso de San Nicasio, donde, como todos sabemos, la gente va a oír pasodobles y ver como el toro se va desorejado al patio de caballos. Y se pide música aunque lo que pase en el ruedo sea más aburrido que un debate de los diputados: eso, en realidad, no importa, porque de lo que se trata es de que los músicos le den a los mofletes y soplen en las trompetas y las flautas. Ocasiones ha habido en que la música se ha pedido con bastante menos educación y la banda, dirigida por ese músico genial y hombre de temperamento que es Manolo Herrera, se ha metido los instrumentos debajo del brazo y no ha tocado por más que en ruedo se bordase el toreo. Pero aquello, cierto es, eran otros tiempos.

Ahora los músicos llevan una vida más relajada, digámoslo así. Aunque su programa de Feria sigue siendo apretado –cabalgata, toros, concierto en el Hospital de Santiago– no tiene nada que ver con aquellos tiempos en los que no había día de Feria en que no sonasen los pitos de la banda: que si dianas floreadas y madrugadoras, conciertos y verbenas, toros y gigantes... A todas horas y todos los días, músicos para arriba y para abajo, con el trombón a cuestas y el bombo a la espalda. Y pese a todo, todavía tienen que pasar por el calvario del aficionado a los pasodobles que en lugar de comprarse un cd grabado por la banda de Madrid, que además es más barato que la entrada a la corrida, se va a la plaza a gritar “¡¡¡Múuuuuuuuuuuuuuuusica perrones!!!”.

Para el músico la Feria es un suplicio, un calvario, una semana de pasión o, más exactamente, de penitencia: uno de los grandes misterios de la Feria es saber cuánto gasta en zapatos en músico. Pero más grande misterio es saber cuánta gente en realidad presta atención a su trabajo, a su esfuerzo. Soplan en las boquillas del oboe o la trompa, estremecen los platillos y el cuero del tambor y nadie les hace caso. Es como si la banda fuese un relleno necesario y nada más. Y sin embargo todavía conservan los músicos una labor, al menos una, que resulta fundamental: ahora que ya no hay cohetes ni suena la campana del reloj, son los músicos los que la tarde del 28 de septiembre anuncian que estamos en Feria. Y eso no es mérito menor.

(Publicado en Diario IDEAL el día 3 de octubre de 2009)

sábado, 3 de octubre de 2009

Personajes de Feria. EL DE LA SENTENCIA






El feriante cofrade se lo curra: cuelga farolillos, pinta chapas, asa chorizos y acaba las noches de Feria abrazado a sus compañeros costaleros o trompetillas, marcando el pasito alante pasito atrás mientras en los altavoces de su caseta suena A ti Manué o Tus dolores son mis penas interpretados por la Banda del Sol. Ya digo que el cofrade feriero es un personaje trabajador, y a veces, incluso, cansino, sobre todo cuando explica la diferencia entre el costero y el contraguía o el porqué del habla bonita de los capataces. Pero de entre todos los feriantes cofrades toca hablar de los de La Sentencia.

¿Qué por qué? Pues porque se han currado una caseta de lujo en la que han instalado ese trocito del corazón de muchos ubetenses que es el Campamento de La Barrosa. Y allí, en medio del Recinto Ferial, están las tiendas en las que hemos dormido tantas veces, la lista de las cervezas de los monitores, el cajón de objetos perdidos, la Virgen de Guadalupe o el monumento desde el que Antonio Gutiérrez lo mira todo sonriente. ¡Hasta la Mesa del Pino han plantado los tíos en medio de la caseta! Y eso si que es un detalle: después de más años de la cuenta, gracias a ellos he podido volver a echarme un tercio en esa Mesa en la que tantos momentos buenos he dejado. Ya les digo: ni un detalle se les ha pasado a los de La Sentencia. Y es que cuando se proponen algo, se lo proponen en serio y lo consiguen, vaya si lo consiguen.

El cofrade de La Sentencia es un cofrade esencialmente serio y ligado a la vida de su hermandad –ejemplar vida cofrade– con lazos de hierro. Y además este año ha sido un cofrade terco: parecía que el tiempo para montar las casetas iba a dar sólo para poner tres chapas y dos mesas, y los setencieros –“palanganas” les llamaría cariñosamente uno que conozco– han montado el Campamento. Y han logrado que muchos nos emocionásemos al entrar en su caseta y ver allí al bueno de El Viejo y a su Chiquitilla del Gavellar, o la ropa en los tendederos, o las camisetas de tantos años. Y como el que escribo soy yo y como Alberto me deja escribir en su página lo que me da la gana, pues este artículo se lo tenía que dedicar a los de La Sentencia, esos grandes personajes de la Feria. (Cuando terminen de leer, dediquen unas palmas a la caseta campamento, porfi.)

(Publicado en Diario IDEAL el día 2 de octubre de 2009)

viernes, 2 de octubre de 2009

Personajes de Feria. EL DE LOS CHATOS DE VINO





Resistir, lo que se dice resistir, el tío de los chatos de Cariñena, que comienza en abril a mover las pantorrillas, y llega la noche de San Francisco y todavía está el tío pega que te pega pisando uvas. ¡La de cosas que habrá visto ese gachón, tan feo, con esa boca amorfa y esos ojos como de sapo con conjuntivitis! Y es que allí, acodados en el aluminio de la barra de los puestos de vino, pasan las cosas más insólitas, al calor de una copichuela y de unos barquillos de canela.

Allí la novia le pide al novio que por enésima vez pruebe suerte en la tómbola, para ver si por fin sale la sota de bastos y se toca un cocodrilo de peluche que mide dos metros. Y el tío, pisa que te pisa y mira que te mira el escote de la chavala y la cara de mosqueo del novio.

Allí el aficionado a los toros comenta la faena de la tarde, la maravillosa faena de la tarde –¿no saben ustedes que en Úbeda todas las faenas son maravillosas y todas merecen dos orejas y rabo?–, mientras su sufrido acompañante da cabezazos y está apunto de atragantarse con una pizca de galleta. Y el tío, en lo alto de su barril, pisa que te pisa y oye que te oye la cantinela tonta del aficionado y los ronquidos de su ya ex-amigo.

Allí la pandilla de amigos cumple con un ritual de muchos años y se pide una ronda y paga aquél, y luego otra y paga éste, y el dueño de la barraca –un tipo listo– pone otra pagada por la casa, y los amigos siguen pagando rondas y el dueño sigue poniendo una de regalo, y al final de las rondas, cuando ya ninguno es capaz de contarlas ni de comerse los barquillos que se acumulan en el mostrador, el más rumbero de los amigos está a punto de saltar la barra y encaramarse en el lagar y, abrazando al tío de los chatos, marcase unas rumbas, una sevillanas o una jota aragonesa, que es lo que la amiga de su novia canta a voz en grito poniendo por testigo a la Virgen del Pilar, que no quiere ser aragonesa, digo francesa, digo... Y el tío de los chatos pisa que te pisa más deprisa, por si salta el bailarín la barra y quiere abrazarlo y besar su carota fea y tiene que salir corriendo.

Y al final de la noche, cuando el tío cesa en su tonto baile sin ritmo, siempre queda un iluso que lo mira entre nubes de alcohol y le propone brindar por la Feria y las mujeres, justo antes de caerse de espaldas en la acera.

(Publicado en Diario IDEAL el día 1 de octubre de 2009)

DIVINA ATALAYA




Mañana, en Úbeda, hay una cita ineludible con lo mejor del ser humano: mañana actúa sobre las tablas del Teatro Ideal Cinema la Compañía Atalaya, y eso es un lujo. Un lujo espiritual de los de verdad, de los que calan hondo, de los que aran profundo: Atalaya es una expresión vivísima del mejor teatro, que no es el teatro más comercial o el que trae actores más conocidos o televisivos sino el que expresa mejor los valores universales y atemporales de la tradición occidental. Y mañana, para abundar más en la importancia de la cita, dan voz y vida y cuerpo a una obra de Valle Inclán, en el que caben todo el español y toda esta patria que supera océanos.

He podido presenciar en otras ocasiones la puesta en escena de Atalaya, dirigida por el ubetense Ricardo Iniesta: reinterpretaciones riquísimas de mitos clásicos como Antígona, donde asomándonos a las simas del ser humano podemos encontrar el entramado de dramas y corajes que somos. En esta ocasión vienen a Úbeda con las Divinas palabras de Valle, en una interpretación de la obra que lleva causando pasmo entre los amantes del teatro desde hace muchos años. En realidad Valle es una apuesta segura cuando las cosas se hacen tan bien como las hace Atalaya, porque Valle lo es todo, porque la palabra de Valle es fundadora, creadora, porque el lenguaje bellísimo y barroco de Valle se dispersa en alturas y en estremecimientos, nos amarra a las páginas del libro –¿alguno de ustedes ha olvidado la impresión de la primera vez que se lee Luces de bohemia?– o, en este caso, a las butacas del teatro. Y sin embargo, estoy convencido de que mañana en el teatro habrá algo más que la pura palabra de Valle Inclán: porque la compañía sevillana, atravesada de una fuerza poética, transfigura la palabra literaria y teatral del texto que trabajan para alumbrarla convertida en una experiencia casi mística, o en un mística de lo sobrecogedor, de lo desgarrador. Así, cuando los focos se apagan, el espectador queda unos segundos atrapado en la butaca, sin poder siquiera aplaudir, aturdido de belleza y también de una tristeza como de acordeón cansado y viejo que hay en todas las obras de Atalaya. Hay que coger prestado un verso de José Antonio Muñoz Rojas, que se fue del mundo hace tres noches, para poder decir que las obras de la compañía de Iniesta nos hablan “de tantas esperanzas deshaciéndose”.

El tiempo que se deshace y que lo arrastra todo como una riada: he ahí la permanente reflexión de cada propuesta que Atalaya lleva a las tablas. He ahí la fuente de la que se extrae ese complejo lenguaje gestual, esa rica sucesión de cromatismos escénicos que nos ponen al borde de un estado físico de elevación. El tiempo, que no es más que el nombre inocuo que damos a la muerte, es el argumento básico del trabajo de Atalaya: para ver sus obras y saber apreciarlas hay que amar la belleza de lo irremediablemente fugaz, la trágica belleza de los dolores que asaetean las entrañas de la existencia y a los cuales Atalaya pone nombre, oscuro nombre teñido de poesías teatrales.

(Publicado en Diario IDEAL el día 1 de octubre de 2009)

jueves, 1 de octubre de 2009

Personajes de Feria. EL FERIANTE




Llega la Feria de Abril y toman los feriantes los caminos del mundo con sus grandes carromatos cargados de caballitos de tiovivo, cunicas de noria, turrones sin fecha de caducidad y escopetas de plomos que nunca dan en el blanco. Los feriantes son como unos nómadas de la felicidad, una especie de portadores errantes de ilusiones, unos reyes magos de carne y hueso que cada año acuden a la cita de la Feria, puntuales, gruñones porque el negocio siempre va mal, tal vez cansados de soportar tantas ferias y tantos padres y tantos hijos y tantos abuelos y tantos concejales de fiestas.

Pero cuando septiembre aventura ya las noches frescas y las primeras lluvias, los feriantes llegan a Úbeda e instalan su campamento en el Cerrillo del Aire. Y de pronto, aquel terreno yermo se va convirtiendo en una especie de paraíso en el que se levantan barracas multicolores, altavoces que en unos días llenarán el aire de músicas y gritos y ofertas, carruseles listos para deleitar a pequeños y jóvenes y asustar y asombrar –y a marear– a los mayores. Ese milagro no sería posible sin el sacrificio de estos hombres temperamentales, acostumbrados a no ser de ningún lugar y a ser de todos, acostumbrados a tener amigos en todos los sitios y a que allí donde lleguen se queje la gente de lo caros que son los viajes en el cacharro y los cartones del bingo. A muchos de ellos sus madres los trajeron al mundo una noche de feria, en un pueblo cualquiera del mapa de España. Todos han acarreado, durante toda su vida, a sus mujeres y sus hijos en caravanas en las que está su casa. Todos tienen las manos rudas, propias de quienes han trabajado mucho apretando tornillos, cargando hierros. Después de tanto trabajo duro, después de tanto ir de un lado para otro, el negocio, claro, siempre les parece escaso: los feriantes y los chiquillos coinciden en que es justo y necesario montarse más en el carrusel, gastar más en la tómbola y comprar más chucherías. Pero los padres se encargan de aguar el negocio de feriantes y chiquillos.

Cascarrabias, peleones, peseteros, vale. Pero también trabajadores, nobles, leales, hombres de palabra. Llevando en las ruedas de sus camiones el polvo de todas las carreteras, llevan en su interior un retrato exacto de toda la humanidad. El mundo es como los feriantes son.

(Publicado en Diario IDEAL el día 30 de septiembre de 2009)